Con
24 años y recién salida de la Universidad decidí que ya era de viajar a Roma
para visitar a mi amigo especial.
Había
conocido a Justin hacia ya 4 años en una estación de Sky en Suiza. Él estaba de
vacaciones y entablamos una bonita amistad los 15 días que pasamos allí.
Mantuvimos
el contacto pero ya no volvimos a cruzarnos. Por eso decidí pasar aquel verano
en Italia con él y su familia.
Vivía
en una casa enorme y estaba planeando mudarse sólo. Como yo, acababa de
terminar su carrera y empezaba a trabajar en el negocio familiar.
La
idea era que me quedaría allí 15 días, pero tanto Justin como su familia
insistieron en que pasará todo el verano.
Me
llevo a recorrer toda Roma y varias ciudades cercanas. Pasábamos el día en la
playa y las noches salíamos con sus amistades.
Quedaba
sólo una semana para volverme a España y ese viernes decidimos pasar la noche
en la playa.
Tn:
Que bonita es esta playa ¿por qué no me habías traído antes? – (Pregunte
maravillada).
Justin:
La verdad es que venimos poco aquí y no sabría como estaba; tuve que enviar a
alguien para que la limpiara. – (Respondió en su perfecto castellano, aunque
sin quitar su sensual acento italiano).
Tn:
¿Como que tuviste que enviar a alguien? – (Consulté confusa).
Justin:
Resulta que esta playa la compró mi padre hace un par de años. Pero este verano
decidió cerrarla para hacerla privada.
Tn:
(Mis ojos se abrieron hasta casi desorbitarse). Valla con tu padre!
Justin:
Si, ya sabes como es. Vinimos un verano, se enamoró y al siguiente ya era suya.
Tn:
(Decía a la vez que se encogía de hombros).
Estuvimos
charlando durante horas. La brisa marina era bastante fresca y tuvimos que
envolvernos en unas sábanas.
Comencé
a tiritar de frío y Justin decidió abrigarme en sus brazos.
Seguimos
con la charla como si nada; con Justin podía hablar de cualquier cosa, siempre
nos entendíamos.
Su
cabello Dorado bailaba al son del suave viento y cada una de sus palabras
resonaba en mi oído como una dulce melodía.
Sacudí
la cabeza para alejar aquellos absurdos pensamientos.
Justin:
Ojala pudieras quedarte mas tiempo. -
Tn:
Me encantaría, lo sabes. Pero ya demasiado tiempo me he quedado.
(Busco
mi rostro con su mano y me lo giró hasta quedar frente al suyo).
Justin:
Para mí nunca es demasiado. - Dijo vacilante.
Tn:
La próxima te tocará ir a ti. (Dije a modo de que no pareciera romántico).
(Acarició
mis mejillas y besó mi frente. Ante tal muestra de afecto suspiré. Busco mis
ojos y clavó lo suyos).
Justin:
Eres bellísima, TN.
(Mi
cara se puso roja y pude notar el fuego que desprendía).
Se
acercó lentamente y sus labios rozaron los míos. Se apartó y yo volví a pegar
mis labios a los suyos.
Cerró
sus ojos y yo los míos. Nos besamos durante minutos interminables. Eran besos
tiernos, dulces, respetuosos.
Sus
manos acariciaban mis hombros. Apartó sus labios y se quedó con la nariz pegada
a la mía; suspiró y con la voz rota
Justin:
No quiero que te vayas, por favor.
Me besó con más urgencia haciendo que cada
poro de mi piel suspirará.
Sus
manos atraparon mi cintura en una presa perfecta; mis manos hicieron lo propio
con su cuello. Los besos eran cada vez mas apasionados y ardientes.
Una
de sus manos, temblorosa, se dirigió a mi pecho para acariciarlo con cariño.
Mi
respiración era entre cortada y dificultosa.
Él notó mi alteración y recordó el motivo.
Yo
era virgen aún; no porque no haya tenido oportunidades, sino porque jamás había
encontrado a nadie que mereciera poseer mi cuerpo por primera vez. Se apartó
bruscamente y casi en un susurro inaudible logró decir
Justin:
Lo siento, lo siento muchísimo. (Su voz
sonaba apenada y sincera, como siempre).
Tn:
Justin. -
Justin:
¿Que? -
Tn:
Te quiero. -
Justin:
Y yo a ti. -Tape su boca con mi dedo índice.-
Tn:
Me encantaría que fueras tú. -
Justin:
¿Que sea yo el qué? -Pregunto con su rostro lleno de confusión.
Tn:
El que esté conmigo por primera vez. -
La
perplejidad marcaba sus hermosas facciones.-
Justin:
¿Estás segura? Ya sabes que no tienes prisa. -
Cogí
su rostro con firmeza y le besé con una pasión ensordecedora. No puso
resistencia alguna ante mis besos insistentes.
Con
delicadez me recostó en la manta que teníamos debajo y se recostó junto a mi.
Beso
mi cuello produciéndome estremecimientos continuados. Acarició mis pechos con
decisión y con calma quitó mi camiseta y el sujetador. Se quitó su ajustada
camiseta y sentí escalofríos ante la fresca brisa que nos cubría.
Me
apretó más a él para que su cuerpo me irradiara calor.
No fue el cuerpo de Justin lo que me hizo perder el
frío, pero si su forma de acariciar mi rincón húmedo.
Había
metido la mano por dentro de mi pantalón y con su dedo anular acarició mi
clítoris por encima de la braguita.
Entre
jadeos le pedía que se detuviera, pero Justin sabía que eso no era lo que
realmente quería.
Cada
gesto suyo estaba plagado de un cariño infinito hacia mí y mi cuerpo inexperto.
Justin no era un Don Juan, pero tenía
toda la experiencia que en mí carecía.
Bajo
mi pantalón, sin prisa alguna. Yo, algo más brusca le quité el suyo.
Sin
despojarnos aún de nuestras ropas interiores se posó sobre mí.
Besó
mis pechos, haciendo pequeños círculos con la punta de su lengua.
Agarró
una de mis manos y con ella acarició su miembro. Su erección era tan grande que
di un gemido de asombro; Justin esbozo una sonrisa de satisfacción y volvió su
boca a mis pechos.
Mi
mano se introdujo dentro de su bóxer como si ya conociera el camino. Acaricié
su pene, parecía que mi mano iba a quemarse del calor que desprendía.
Con
cautela quito mi braguita, estaba empapada y me sonrojé de pura vergüenza. Justin
hizo una media sonrisa, haciéndome perder la poca cordura que quedaba en mí.
Buscó
un preservativo de la billetera mientras yo bajaba su ceñido bóxer.
Entró
en mí con una paciencia infinita, cuidando de no hacerme daño.-
Justin:
¿Estás bien? -Me susurró al oído, yo solo pude asentir.
Mi
oído se embriagaba con su aliento. Mi cuerpo se estremecía ante cada embestida.
Mi boca temblaba cada vez que el la besaba.
No
sentí dolor alguno, solo una leve molestia que acabo convertida en autentico
placer.
Empecé
a sentir una fuerte presión dentro mío y el aceleró el ritmo frenéticamente.
Justin
acabó explotando, pero yo me quedé a las puertas.-
Justin:
Esto no puede quedase así!- Dijo con amargura.
Introdujo
un dedo dentro de mí y comenzó a dibujar un trayecto que no llevaba a ninguna
parte. Metió un segundo dedo a la vez que besaba cada centímetro de mi piel
desnuda.
Por
fin pude estallar, Justin se recostó a mi lado y me beso con decoro. Desnudos y
con nuestros cuerpos perfectamente encajados, dormimos a la luz de la luna y
con el oleaje del Mar como banda sonora.
Desde
aquella noche, toda la semana que me quedaba en Italia fue un in fin de
experiencias sexuales. Me enseño cosas que sólo veía en las películas. Conocí
mi cuerpo y el suyo a la perfección; no había rincón que guardará secretos para
mí.
Cada
verano y cada invierno alguno de los 2 viajábamos para vernos.
Después
de 5 años, nuestra amistad sigue intacta y nuestros deseos se acrecientan. No
somos novios, cada uno va por su lado...Pero cuando pasamos las vacaciones juntas,
yo vivo para él y él para mí.